Al texto íntegro de la edición que vio la luz en 1868 (la primera), se añaden ahora diversos párrafos eliminados en versiones posteriores traducidos por Gloria Méndez. Aunque la calidad de la obra es tal que no necesita nuevos atractivos, sin duda esta ampliación permitirá a los jóvenes lectores de hoy disfrutar aún más de un relato siempre actual. Entre sus pasajes almibarados se introducen temas vigentes: el optimismo y la decisión frente a los problemas diarios, una clara apuesta por la emancipación femenina y la tolerancia como actitud fundamental ante la vida. La novela, contada en tercera persona por un narrador que, con sus juicios, valora las acciones de los personajes, lleva inspirando a diversas generaciones de mujeres y hombres a lo largo de más de siglo y medio. En el XX la popularidad alcanzó sus mayores cotas al hilo de las exitosas y sucesivas adaptaciones cinematográficas, musicales y televisivas, algunas especialmente originales. La presente versión, en formato digital, supone un reencuentro feliz para nostálgicos y una puerta de entrada a la literatura de la autora norteamericana (que cerró la trilogía con "Hombrecitos" y "Aquellos hombrecitos") para los no iniciados en su obra.
Al texto íntegro de la edición que vio la luz en 1868 (la primera), se añaden ahora diversos párrafos eliminados en versiones posteriores traducidos por Gloria Méndez. Aunque la calidad de la obra es tal que no necesita nuevos atractivos, sin duda esta ampliación permitirá a los jóvenes lectores de hoy disfrutar aún más de un relato siempre actual. Entre sus pasajes almibarados se introducen temas vigentes: el optimismo y la decisión frente a los problemas diarios, una clara apuesta... Seguir leyendo
Mujercitas
Las Navidades no serán Navidades sin ningún regalo -refunfuñó Jo, tumbada en la alfombra-.
-¡Es tan horrible ser pobre! -suspiró Meg, mirando su viejo vestido.
-No creo que sea justo que algunas chicas tengan montones de cosas bonitas y otras, nada de nada -añadió la pequeña Amy, con gesto ofendido.
-Tenemos a papá y a mamá, y nos tenemos las unas a las otras -dijo Beth tranquilamente desde su esquina.