Dos animales humanizados, un leopardo y un ratón, entablan una singular amistad en el zoo. En sus conversaciones, profundas y sugerentes, esbozan ideas y reflexiones sobre temas universales: desde la importancia del perdón hasta la necesidad de sentirnos protegidos, desde la alegría que provocan las pequeñas cosas que la vida nos regala hasta la futilidad de conceptos que creemos fundamentales. Barnizado de ternura y rebosante imaginación, el texto se construye desde una óptica infantil, pero da pie a establecer un profundo debate sobre otros temas que afloran engarzados al hilo conductor de cada cuento. En total 28 pequeñas historias, vasos comunicantes que emergen entre una colección de sutiles ilustraciones, con alternancia de primeros planos de los protagonistas y la aparición de algunos invitados (retratados a través de planos-detalle); que fueron reconocidas con el Schweizer Kinder und Jugendmedienpreis Award, que otorga desde 2002 dos históricas instituciones del país helvético, la Confederación Suiza para la Literatura Juvenil (SBJ) y el Instituto Suizo del Libro Juvenil (SJI). La pareja de autores ya había trabajado con anterioridad en propuestas como Malo, Johanna en el tren, ¿¿¿Pippiloteca??? o ¡Que valiente!, cuyas reseñas puedes consultar aquí.
Dos animales humanizados, un leopardo y un ratón, entablan una singular amistad en el zoo. En sus conversaciones, profundas y sugerentes, esbozan ideas y reflexiones sobre temas universales: desde la importancia del perdón hasta la necesidad de sentirnos protegidos, desde la alegría que provocan las pequeñas cosas que la vida nos regala hasta la futilidad de conceptos que creemos fundamentales. Barnizado de ternura y rebosante imaginación, el texto se construye desde una óptica infantil, pero da pie a establecer un... Seguir leyendo
Rigo y Roque
Completamente seguro
A los leopardos les gusta dormir.
Y Rigo era un leopardo.
Mejor dicho: un leopardo de zoo.
Normalmente en el zoo se duerme bastante bien.
Quizá incluso mejor que en libertad.
Pero en aquel momento era imposible dormir.
Alguien lloriqueaba por allí.
De buena gana Rigo se habría tapado las orejas con las patas,
pero las necesitaba de almohada.