Como en una película, el lector accede a la historia a través de un travelling inverso que va mostrando la evolución del mundo del juguete a lo largo del tiempo. Del mando de la videoconsola a las figuras de plástico y plomo, pasando por la peonza o las fichas de dominó. Construidas con lápices de colores, las ilustraciones acompañan los versos de Martí i Bertrán, publicados originalmente en catalán en la antología Paraules bessones (2010), un texto que muestra la transformación del protagonista al descubrir, a través de la televisión, que todos esos soldados con los que tanto jugó, en realidad, son una siniestra representación de las guerras que asolan al mundo. Decidido a no recrearse en ese macabro contexto, decide reconvertir al batallón en un ejército de campesinos que cultivan sus huertos y cuidan los animales. Una bella reflexión pacifista que destaca por el proyecto gráfico, compuesto por imágenes brumosas y bocetos en grafito. Como señalan los autores en la parte final de la obra, “si pusiéramos estas secuenciadas formarían un mural de unos ocho metros de largo”, como puede observarse en la representación que se hace en las guardas. Incluye un epílogo en el que se habla del sentido del poema, el trabajo realizado por la ilustradora, algunas curiosidades y reflexiones al hilo del Día Escolar de la No Violencia y la Paz, así como una propuesta didáctica para realizar a través de manualidades.
Como en una película, el lector accede a la historia a través de un travelling inverso que va mostrando la evolución del mundo del juguete a lo largo del tiempo. Del mando de la videoconsola a las figuras de plástico y plomo, pasando por la peonza o las fichas de dominó. Construidas con lápices de colores, las ilustraciones acompañan los versos de Martí i Bertrán, publicados originalmente en catalán en la antología Paraules bessones (2010), un texto que muestra la transformación del protagonista al descubrir, a través de la televisión, que... Seguir leyendo
Tengo un tanque de juguete
Tengo un tanque de juguete
y unos soldados de plomo.
Cuando jugaba con ellos,
siempre mataba a unos cuantos.
Hasta que un día en la tele
ví a un grupo de soldados
aplastados por los tanques.
¡Todo se llenó de sangre!