Probablemente este sea uno de los cuentos más macabros de la historia de la literatura infantil. Atribuido a Charles Perrault, la nueva versión de la escritora italiana Chiara Lossani, en donde todo el protagonismo recae en las espectaculares creaciones gráficas del artista mexicano Gabriel Pacheco (pura orfebrería visual para recrear los exquisitos y gélidos escenarios en los que transcurre la historia que alcanza su esplendor en el troquel final); aportan sugerentes trazos bajo la inusitada atmósfera diseñada para dar cobijo al plantel de personajes protagonistas. La curiosidad de Kate desemboca en una irrefrenable atracción por lo prohibido; y la grotesca y despiadada actitud de su marido, Barba Azul, fiero aristócrata, hace de este relato un texto único en la tradición europea al incluir el crimen como parte de la trama y, en consecuencia, provocar el horror en el lector. A la vez, la exquisita construcción incita a mantener la curiosidad por descubrir el terrible secreto durante todo el álbum. La historia está basada en la vida de un noble francés del siglo XV, interesado por la alquimia y el esoterismo, que le llevó a cometer crímenes despiadados.

Probablemente este sea uno de los cuentos más macabros de la historia de la literatura infantil. Atribuido a Charles Perrault, la nueva versión de la escritora italiana Chiara Lossani, en donde todo el protagonismo recae en las espectaculares creaciones gráficas del artista mexicano Gabriel Pacheco (pura orfebrería visual para recrear los exquisitos y gélidos escenarios en los que transcurre la historia que alcanza su esplendor en el troquel final); aportan sugerentes trazos bajo la inusitada atmósfera... Seguir leyendo

Barba Azul

Era un verano tórrido. Tan tórrido que parecía que la mente crepitara. Nuestros hermanos habían partido a un largo viaje. Los cuatro juntos éramos algo extraordinario, pero ahora estábamos solo Kate y yo...

Los días transcurrían en el jardín. Yo leía bajo el manzano, con la mirada fija en la página, mientras mi hermana Kate provocaba a Leo, el gato, al tiempo que espiaba entre los setos para ver si por casualidad pasaba alguien.