Este relato autoconclusivo, algo que se estila en pocas ocasiones en el -llamémoslo- subgénero de la distopía, relata la historia de Astrid, una joven que lleva desde temprana edad ejerciendo como suplente de la princesa en palacio, que soporta continuos comportamientos opresivos por parte de "los nobles". Ante este hartazgo surge la oportunidad de participar en la Carrera del Olvido, una competición suicida que consiste en superar una serie de retos y resolver todo tipo de enigmas para conseguir un estatus respetable en la ciudad. Las intrigas de Lanoria, mundo imaginario cuya sociedad está compuesta de personas sin magia, obligadas al trabajo en régimen de esclavitud y de otras, la clase alta, poseedoras de los dones y poderes hechizantes, sirven como escenario para plantear la eterna divergencia entre el bien y el mal, interpretada aquí en pasajes revolucionarios y conflictos que surgen en el seno familiar. Una historia de supervivencia, escrita con prosa adictiva y despojada de adornos innecesarios -con ciertos toques "provocadores", en algunos momentos, para despertar la conciencia del lector-; que gustará a los fans de aquellas obras, hoy por todos conocidas y adaptadas a la gran pantalla, que destaparon el boom inicial por esa vertiente de la ciencia ficción.
Este relato autoconclusivo, algo que se estila en pocas ocasiones en el -llamémoslo- subgénero de la distopía, relata la historia de Astrid, una joven que lleva desde temprana edad ejerciendo como suplente de la princesa en palacio, que soporta continuos comportamientos opresivos por parte de "los nobles". Ante este hartazgo surge la oportunidad de participar en la Carrera del Olvido, una competición suicida que consiste en superar una serie de retos y resolver todo tipo de enigmas para conseguir un estatus respetable en... Seguir leyendo
Corona del olvido
El relámpago destella. Por un momento, el mundo nocturno al otro lado de la ventana de este dormitorio está tan ilusionado como si fuera mediodía. Puedo ver el seto verde que rodea el jardín y, más allá, el muro gris de palacio. Después todo se vuelve negro de nuevo y cuento en voz baja.
Uno...
Dos...
Tres...
Cuatro...
Cinco... El trueno hace retumbar el tejado