Si habéis seguido las aventuras de la familia F. en anteriores episodios ya sabréis que, como los Blake en Malavita, aquella película de Luc Besson –con Robert de Niro, Michelle Pfeiffer…-; basada en la novela homónima de Tony Benacquista, son testigos protegidos por la policía y han pasado media existencia “escondiéndose” de la organización Mandíbula, consecuencias de estar en el sitio equivocado en el momento inadecuado. La agente Z, de la Agencia de Asuntos Anónimos, les ha proporcionado esta vez una tapadera perfecta para “desaparecer”: un antiguo albergue deshabitado y rodeado de nieve, sin embargo, tras unos días aislados empiezan a sospechar que, en realidad, no están tan solos. La narrativa fresca y desenfadada que caracteriza a Ana Campoy, con la que tantos lectores preadolescentes ha captado, está en plena forma en esta tercera parte de la serie, con divertidas reflexiones y una acción que fusiona misterio, ecología y buen humor. Un peculiar noir sazonado con una colección de ilustraciones, perfiladas por Álex Alonso mediante técnicas digitales que, en esta ocasión, están complementadas con un breve cómic y la posibilidad de disfrutar de todos sus detalles en 3D gracias a la “tecnología” incorporada en las gafas de papel…
Si habéis seguido las aventuras de la familia F. en anteriores episodios ya sabréis que, como los Blake en Malavita, aquella película de Luc Besson –con Robert de Niro, Michelle Pfeiffer…-; basada en la novela homónima de Tony Benacquista, son testigos protegidos por la policía y han pasado media existencia “escondiéndose” de la organización Mandíbula, consecuencias de estar en el sitio equivocado en el momento inadecuado. La agente Z, de la Agencia de Asuntos... Seguir leyendo
Cerrado por fantasmas
De vez en cuando tenemos que aguantarnos con cosas que no nos gustan: comer acelgas en lugar de patatas fritas, madrugar cuando lo que más apetece es remolonear en la cama o callarnos cuando sabemos perfectamente que tenemos razón. Son cosas que a veces tenemos que hacer, por mucho que no nos apetezca. Aunque si te dijera que hay asuntos peores, que a veces los problemas brotan como los champiñones, tal vez preferirías comerte de golpe todas las acelgas. ¡Y sin rechistar!