Su madre no puede verlo. Para disfrutar del tigre blanco “hay que tener unas orejas especiales, ojos de ver las mentiras y una boca nueva que hable su idioma”. Tantas premisas solo están al alcance de unos pocos, como la protagonista, totalmente consciente de que no es fácil vivir con un felino de semejantes características. Ambos comparten techo, inquietudes, preocupaciones… forman un insólito tándem en el que cada cual cumple su parte de un pacto, destinado a hacer más feliz la infancia de la pequeña. Ese fiel amigo imaginario (o no), llegó a casa justo cuando el abuelo se fue, y ahora está encantada de sentir siempre su presencia, un repelente perfecto para los miedos y temores, un personaje entrañable junto al que disfrutar de los secretos e instantes más bellos de esa etapa vital. La prosa poética de Mar Benegas mece esta historia contra la soledad, los recuerdos amargos y la tristeza, una bonita alegoría ilustrada con gusto y los aderezos justos para emocionar por la artista chilena Francisca Yáñez, con quien ya compartió autoría en Versos como una casa, publicado por esta misma editorial en 2017.
Su madre no puede verlo. Para disfrutar del tigre blanco “hay que tener unas orejas especiales, ojos de ver las mentiras y una boca nueva que hable su idioma”. Tantas premisas solo están al alcance de unos pocos, como la protagonista, totalmente consciente de que no es fácil vivir con un felino de semejantes características. Ambos comparten techo, inquietudes, preocupaciones… forman un insólito tándem en el que cada cual cumple su parte de un pacto, destinado a hacer más feliz la infancia de la... Seguir leyendo
Mi tigre y yo
MI MADRE ME DIJO:
- No hay monstruos aquí, cariño, ¿lo ves?
- Será porque ya se han escondido -le contesté.
- Son fruto de tu imaginación -dijo ella. Si les dices que se vayan, no volverán.
Entonces gritamos juntas:
¡¡¡MARCHAOS DE AQUÍ!!!