Antón Chejóv (1860-1904), uno de los grandes maestros de la literatura universal, también dejó su impronta en varios relatos orientados al público infantil como este, aliñado en la nueva versión de Kalandraka con las bellísimas ilustraciones de Rebeca Luciani, que renuevan y dan luz a las peripecias del «chucho de raza indefinida» Kashtanka. Con la característica fusión de tristeza y humor de trazo fino conocemos las aventuras de una perra joven de color cobrizo que al perderse de su dueño, el ebanista Luká Alexándrich, llega a casa de un hombre que lo alimenta bien y le enseña incluso diversas habilidades circenses. Pero el olor a barniz y a cola del ebanista será más fuerte que las comodidades presentes... La traducción de Natalia Morozova permite trasladarnos al tiempo en el que se publicó y disfrutar en nuevo formato del aire melancólico que impregna el relato.
Antón Chejóv (1860-1904), uno de los grandes maestros de la literatura universal, también dejó su impronta en varios relatos orientados al público infantil como este, aliñado en la nueva versión de Kalandraka con las bellísimas ilustraciones de Rebeca Luciani, que renuevan y dan luz a las peripecias del «chucho de raza indefinida» Kashtanka. Con la característica fusión de tristeza y humor de trazo fino conocemos las aventuras de una perra joven de color cobrizo que al perderse... Seguir leyendo
Kashtanka
Una perra joven de color cobrizo, cruce de chucho con perro salchica, que en el morro se parecía mucho a un zorro, corría para allá y para acá por la acera y miraba a su alrededor con desasosiego. De vez en cuando paraba y, llorando, levantando un poco una u otra pata helada, trataba de darse cuenta de cómo podía ser que se hubiera perdido.