La misteriosa historia de la civilización egipcia sigue despertando pasiones desde hace siglos a cualquier edad, el monumental legado de aquella cultura ha sobrevivido al paso del tiempo y enciende nuestra imaginación generación tras generación. Como señala la autora e ilustradora en el prólogo, "tal vez tuvieron razón al afirmar que si plasmabas la realidad en un soporte duradero la hacías inmortal"; ya que la herencia artística que ha llegado a nuestros días está aún impregnada del influjo de Heka (deidad considerada la personificación de la magia o la fuerza divina del universo) A través de breves capítulos, con información rigurosa y precisa estructurada de forma amena, y acompañada de la representación gráfica, en una paleta limitada a tres colores -tan sencilla como cautivadora-; de los objetos y pasajes históricos, o mitológicos, a los que se hace referencia, el lector cae de nuevo hipnotizado por los logros, creencias y expresiones artísticas de un pueblo que marcó el devenir de la Historia Antigua y que acuñó dinámicas que aún subsisten. En la parte final se puede consultar su cronología completa (desde el Periodo Predinástico hasta las Dinastías ptolemaicas y macedónicas y la anexión al Imperio Romano); una amplia relación de divinidades asociadas a sus cultos, un glosario y amplia bibliografía para profundizar en el conocimiento de este pueblo a través del prisma de la magia y sus creencias.
La misteriosa historia de la civilización egipcia sigue despertando pasiones desde hace siglos a cualquier edad, el monumental legado de aquella cultura ha sobrevivido al paso del tiempo y enciende nuestra imaginación generación tras generación. Como señala la autora e ilustradora en el prólogo, "tal vez tuvieron razón al afirmar que si plasmabas la realidad en un soporte duradero la hacías inmortal"; ya que la herencia artística que ha llegado a nuestros días está... Seguir leyendo
El poder de Heka
El Antiguo Egipto ha llegado hasta nosotros rodeado por un velo de magia y misterio. Desde que su pueblo se extinguiera hace más de veinte siglos, sus pirámides, sus templos, sus esfinges, sus dioses de cuerpo humano y cabeza de bestia no han dejado de encender nuestra imaginación hasta adueñarse de ella y suscitarnos todo tipo de fantasías. Tal vez tuvieron razón al afirmar que si plasmabas la realidad en un soporte duradero la hacías inmortal, pues todo el arte que dejaron para la posteridad ha arraigado en nuestra conciencia