La autora y narradora oral Margarita del Mazo asume el reto de adaptar el inmortal relato de Prosper Mérimée a partir de la versión que la Compañía Nacional de Danza, entidad que colabora en la edición del libro, representa sobre las tablas actualmente con un amplio elenco de bailarines. Todo es más fácil cuando se cuenta con la labor de Concha Pasamar en el apartado gráfico, quien transmite con su característico trazo, brumoso y cautivador, las emociones implícitas de una de las grandes historias de amor que dieron gloria al género operístico, merced a la popular versión de Georges Bizet. Se han eliminado referencias del libreto original en torno al folclore y la cultura popular, pero a cambio introducen acertados apuntes de extrema sensibilidad en los que el protagonista, un niño de nueve años que ofrece su versión de los acontecimientos, muestra abiertamente sus querencias, desilusiones y deseos. El personaje de Carmen, la cigarrera de pasionales afectos, y su relación con el cabo del Regimiento de Dragones de Alcalá que cae rendido a sus encantos, permite descubrir nuevas aristas en el múltiple origen del romance y ayuda a comprender la necesaria libertad que lleva implícito todo enlace afectivo. El mito sigue vivo en las nuevas generaciones de lectores gracias a la original visión de dos autoras que atesoran un largo recorrido en el subsector de la literatura infantil y juvenil.
La autora y narradora oral Margarita del Mazo asume el reto de adaptar el inmortal relato de Prosper Mérimée a partir de la versión que la Compañía Nacional de Danza, entidad que colabora en la edición del libro, representa sobre las tablas actualmente con un... Seguir leyendo
CARMEN
Tengo nueve años, un balón del que no me separo jamás y un amigo que es cabo del Regimiento de Dragones de Alcalá.
Es un auténtico dragón, aunque no lo parece. Manda mucho y, cuando lo hace, todos le obedecen. Será por temor a que escupa fuego. Me saca más de tres cabezas y tiene un uniforme que brilla en la oscuridad de puro limpio.
Le llaman don José. Solo las personas muy importantes tienen el don delante del nombre.