El capítulo final de la trilogía protagonizada por Zackarina, una niña que describe conflictos habituales en los chicos y chicas de su edad (incomprensión de su mundo por parte de los adultos); ahonda en esos sentimientos y recelos y muestra la evolución positiva de sus emociones, gracias sobre todo a la empatía del insólito amigo, el lobo de arena, al que conocimos con mayor profundidad en la primera aventura. Ese ser atemporal e imaginario ha brindado un apoyo crucial en todo el proceso que va de la niñez a la adolescencia, ayudando a procesar grandes misterios y asuntos vitales y a forjar una carismática personalidad que ha cautivado a miles de lectores no solo en Suecia, país en donde la serie es muy popular, gracias a su imaginativa puesta en escena y a la calidad de su narrativa, tan desnuda de artificios como plena de sensibilidad y buen gusto. De nuevo la artista argentina María Elina Méndez transforma los diálogos y situaciones en bellas e inspiradoras estampas confeccionadas bajo elegantes patrones (para los que parece haber utilizado, entre otros materiales, acuarelas).
El capítulo final de la trilogía protagonizada por Zackarina, una niña que describe conflictos habituales en los chicos y chicas de su edad (incomprensión de su mundo por parte de los adultos); ahonda en esos sentimientos y recelos y muestra la evolución positiva de sus emociones, gracias sobre todo a la empatía del insólito amigo, el lobo de arena, al que conocimos con mayor profundidad en la primera aventura. Ese ser atemporal e imaginario ha... Seguir leyendo
Zackarina y el Lobo de Arena
Zackarina vivía en una casa junto al mar con su madre y su padre. No tenía hermanos ni tampoco conejos, solo un ratoncito casero de color marrón grisáceo. Pero el pequeño ratón se dejaba ver muy poco. Se pasaba la mayor parte del tiempo escondido. Y, además, en realidad, no era suyo.