El abuelo de Calpurnia siempre decía que la mejor manera de aprender es experimentar por uno mismo. Interesada, como ya vimos en la primera parte de esta reinterpretación en formato cómic de la novela original firmada por Jacqueline Kelly, en la botánica y otras ramas de la ciencia, no entiende la razón por la que no puede seguir el consejo y saciar su permanente curiosidad. Al contrario está obligada a seguir las normas y convenciones de la época, como asistir a una "presentación en sociedad" o interesarse por otras cuestiones que ella considera absolutamente prescindibles. Con gran limpieza de trazo y deliciosa expresividad, la autora concibe el capítulo final mediante el que seguimos descubriendo, a través de sus relaciones y reflexiones, cómo era la vida de una adolescente a comienzos del pasado siglo, aportando nuevos matices (emociones intensas y propias de la edad, el valor de la amistad, el infinito cariño hacia su abuelo, figura inspiradora...); e idénticas certezas: solo permitir a la protagonista (y por ende a todos los jóvenes) llevar a cabo sus sueños (en este caso ser científica), garantiza la libertad en tiempos de oscuras restricciones y desigualdades. Una novela gráfica que, de la mano de Libre Albedrío, ha sido publicada en España arropada por el éxito de crítica y ventas que ha disfrutado en su país de origen con anterioridad.
El abuelo de Calpurnia siempre decía que la mejor manera de aprender es experimentar por uno mismo. Interesada, como ya vimos en la primera parte de esta reinterpretación en formato cómic de la novela original firmada por Jacqueline Kelly, en la botánica y otras ramas de la ciencia, no entiende la razón por la que no puede seguir el consejo y saciar su permanente curiosidad. Al contrario está obligada a seguir las normas y convenciones de... Seguir leyendo
Calpurnia
Capítulo 1. Las jovencitas y el resto del mundo.
- Retomemos la historia un poco más adelante de donde la dejamos. Ya, ya sé que ha pasado bastante tiempo, pero también han sucedido muchas cosas...
- Después de llevar la motante al abuelo, fuimos juntos a Fentress, el pueblo más cercano.
Nos sacaron una foto con la planta. ¡Estaba tan orgullosa! (El abuelo también, aunque lo escondiese)
Nada de esto habría sido posible si yo no lo hubiera encontrado*; no quiero ni pensarlo.
* Ver el tomo 1.