Veinte años y más de 10.000 ejemplares vendidos después, Anaya recupera el célebre y emotivo texto de Gonzalo Moure en una edición exclusiva ilustrada con sensibilidad por María Girón. En un campamento del Sáhara vive un niño sordomudo que tiene como amigo a un camello. La necesidad de comunicación con el animal supone para el pequeño un estímulo para aprender a escribir, y le motiva tanto que llega a transformarle en poeta. La relación entre ambos protagonistas alcanza momentos dramáticos narrados con delicadeza, instantes que quedan grabados en la memoria y conmueven al lector de cualquier edad. Una historia, ahora aderezada con imágenes extraordinarias, que además permite valorar la importancia del esfuerzo personal para alcanzar las metas más difíciles. La obra fue incluida en la Lista de Honor CCEI en el año 2003 y en las selecciones que, anualmente, publica la sección colombiana de IBBY, Fundalectura, socio de honor de Canal Lector.
Veinte años y más de 10.000 ejemplares vendidos después, Anaya recupera el célebre y emotivo texto de Gonzalo Moure en una edición exclusiva ilustrada con sensibilidad por María Girón. En un campamento del Sáhara vive un niño sordomudo que tiene como amigo a un camello. La necesidad de comunicación con el animal supone para el pequeño un estímulo para aprender a... Seguir leyendo
Palabras de caramelo
Palabras sobre Palabras
Una reflexión sobre esta edición
Veinte años desde su publicación, nada menos. Pero veinticuatro desde que lo escribí, en Farsía, en el campamento de Smara.
Vivía aquellas semanas en la jaima de Fatimetsu, una niña sorda a la que conocía desde tres años antes, en compañía de su familia y de mi joven guía, Limam Boisha, esperando el Land Cruiser que nos iba a llevar por los caminos del sur. Íbamos a recorrer los Territorios Liberados, la estrecha franja conquistada en la guerra a los invasores, y que atraviesa todo el Sáhara Occidental de punta a punta. Casi todas las tardes iba con Fatimetsu a llevar la comida a las cabras, en el corral de su familia. Luego subíamos a una pequeña colina desde la que se dominaba el extenso campamento