Manuel Jesús Zamora ha destacado con anterioridad en el campo del relato corto, género en el que recordamos especialmente propuestas como Cuatro cuentos de terror y un relato abominable (SM, 2018); siempre escorado hacia el terreno de lo sobrenatural y el horror. Esta es su primera novela y, una vez más, indaga en ese campo oscuro en el que sabe construír escalofriantes historias orientadas al público juvenil. En el antiguo polígono industrial El Depósito, en Río de Rocas, las ratas huyen ante la presencia de un extraño grupo de ¿humanos?. Retro Pelajegrís contacta con Salixo para informarle del hallazgo de un rastro inquietante que conduce hasta el Club Cerco, pero solos no pueden hacer frente a esta presunta amenaza sobrenatural, por lo que el veterano luz custodia -siempre atento a estas amenazas-; sugiere convocar a Alexis y Camala, junto a quienes ya realizaron misiones parecidas con anterioridad. Es hora de terminar, de una vez por todas, con los temibles "bichos dentudos" y para ello el grupo que da título a la obra tendrá que aprovechar al máximo sus habilidades (todas ellas descritas en las fichas de personajes que se incluyen en el epílogo de la novela). Se incluyen algunos bocetos gráficos, en blanco y negro y realizados por el propio autor, para representar la apariencia física con la que imagina a esos protagonistas así como algunos pasajes destacados de la trama.
Manuel Jesús Zamora ha destacado con anterioridad en el campo del relato corto, género en el que recordamos especialmente propuestas como Cuatro cuentos de terror y un relato abominable (SM, 2018); siempre escorado hacia el terreno de lo sobrenatural y el horror. Esta es su primera novela y, una vez más, indaga en ese campo oscuro en el que sabe construír escalofriantes historias orientadas al público juvenil. En el antiguo polígono... Seguir leyendo
Luces custodias
Las ratas del antiguo polígono industrial El Depósito, a las afueras de la ciudad de Río de Rocas, no eran animales corrientes: de un tiempo a esta parte, no retrocedían ante la
presencia de sus depredadores. En apariencia habían perdido el temor que da el instinto de supervivencia, gracias al formidable tamaño y a la agresividad que adquirieron al
sobrealimentarse a base de residuos industriales saturados de químicos venenosos