Manuela, como muchos otros antes, escuchó la voz del mar. Su velero sorteó, con pericia y la ayuda de bondadosos animales (un pájaro blanco, los delfines, las medusas y la que se convierte en coprotagonista de esta historia, una enorme ballena); los insondables peligros que llevan consigo la oscuridad y las tempestades. En esa travesía la pequeña valiente descubre que, en efecto, el océano puede infundir el mayor de los temores, pero también es el camino de acceso a nuevos y fascinantes mundos. Con esa certeza la visión de la marea se transforma en optimista, oteando en el horizonte a otros tantos "marineros" de la misma edad que surcan las olas. Una bella metáfora para desterrar soledades, elaborada con ilustraciones a sangre y realizada mediante procedimientos digitales, que invita a la reflexión junto a los pequeños lectores para identificar aquellas situaciones o vivencias que pueden provocar las mismas sensaciones, a la par que genera sosiego. En la secuenciación se incluye una gran imagen que obliga a cambiar el orden de lectura por un instante, al incluir parte del texto en formato vertical.
Manuela, como muchos otros antes, escuchó la voz del mar. Su velero sorteó, con pericia y la ayuda de bondadosos animales (un pájaro blanco, los delfines, las medusas y la que se convierte en coprotagonista de esta historia, una enorme ballena); los insondables peligros que llevan consigo la oscuridad y las tempestades. En esa travesía la pequeña valiente descubre que, en efecto, el océano puede infundir el mayor de los temores, pero también es el camino de acceso a nuevos y fascinantes mundos. Con esa certeza... Seguir leyendo
Manuela y las olas
Era de noche y Manuela navegaba sola en su pequeño velero. La rodeaba la oscuridad. No había viento y el mar estaba en calma.
Manuela escuchó la voz del mar: "Soy inmenso, ¿serás capaz de cruzarme?".