Una selección de animales protagonistas que, en distintas narraciones, compartieron paisajes y aventuras con dioses y héroes de la Antigua Grecia sirve como hilo conductor para conocer con mayor profundidad diversos mitos y su poso en nuestro día a día. Por las páginas de este interesante estudio desfilan Argos, tal vez el primer perro que se nombra de forma explícita en un texto literario; los carneros cuya lana permitió a Ulises huir del cíclope Polifemo; Pegaso, el caballo alado que terminó como mascota de Zeus; los veintiún cerdos en los que Circe transformó a los compañeros del héroe en La Odisea; el terrario de Atenea, las focas de la esposa de Poseidón, los leones de la Cibeles... Los análisis de maravillosos textos clásicos, insertados en cada episodio, se complementan con reflexiones destacadas en recuadros amarillos, que dan a entender las conexiones existentes entre las obras primigenias y diversas expresiones de hoy e incluso series de televisión, concursos o personajes cinematográficos y de cómic que todos conocemos. El escritor, guionista y doctor en Periodismo traza un apasionante ensayo, orientado a jóvenes lectores, que despierta la curiosidad por los mitos clásicos combinando la belleza inherente de algunas leyendas con un amplio abanico de sorprendentes curiosidades, todo ello aderezado con una colección de láminas, en grafito y dos tonalidades, firmadas por la ilustradora chilena, afincada en España, Karina Cocq. Más que recomendable.
Una selección de animales protagonistas que, en distintas narraciones, compartieron paisajes y aventuras con dioses y héroes de la Antigua Grecia sirve como hilo conductor para conocer con mayor profundidad diversos mitos y su poso en nuestro día a día. Por las páginas de este interesante estudio desfilan Argos, tal vez el primer perro que se nombra de forma explícita en un texto literario; los carneros cuya lana permitió a Ulises huir del cíclope Polifemo; Pegaso, el caballo alado que... Seguir leyendo
Animales divinos
Los antiguos griegos no se fiaban de sus dioses.
Y con razón.
Los Olímpicos tenían fama de egoístas,
caprichosos y abusones, quizá porque, como inmortales,
les quedaba una eternidad de tiempo
por delante y les daba pavor aburrirse.