El lobo anda zascandileando por los barrios menos conocidos de la ciudad y termina por dar con sus garras en Covent Guarren. El hambre, más que el amor por el espectáculo, convencen al protagonista para acceder al teatro, donde se representa un espectáculo protagonizado por suculentos protagonistas como los renombrados Otilia Michelines, el Signor Panceta o los hermanos Lechones. Y claro, ese instinto animal irrefrenable le obliga a actuar cuando no puede soportarlo más. Pero, ¿y si el orgullo de vieja estrella de los cuentos pudiera más que otras opciones? ¿Imagináis que el amor por el ballet sea superior al de las chuletas y el jamón para un reconocido carnívoro como él? Estamos, sin duda, ante una de las historias más ingeniosas y divertidas nacidas de la colaboración entre James Marshall (Medalla Caldecott en 1989 y distinguido a título póstumo con la Medalla Laura Ingalls Wilder); y su amigo el genial Maurice Sendak, que nos regalan una visión diferente de las relaciones entre estos conocidos protagonistas de los cuentos infantiles. Humor inteligente y escenas llenas de descacharrantes detalles para tributar un homenaje solapado a uno de los relatos de hadas y ballet más celebrados del siglo XIX, a su vez basado en una popular leyenda alemana de Johann Karl August Musäus. Imprescindible en cualquier biblioteca familiar.
El lobo anda zascandileando por los barrios menos conocidos de la ciudad y termina por dar con sus garras en Covent Guarren. El hambre, más que el amor por el espectáculo, convencen al protagonista para acceder al teatro, donde se representa un espectáculo protagonizado por suculentos protagonistas como los renombrados Otilia Michelines, el Signor Panceta o los hermanos Lechones. Y claro, ese instinto animal irrefrenable le obliga a actuar cuando no puede soportarlo más. Pero, ¿y si el orgullo de vieja estrella de los... Seguir leyendo
El lago de los chanchos
Una tarde de invierno, un lobo zarrapastroso y macilento
se encontró, de pronto, en un barrio que no conocía de la ciudad.
- No sé dónde estoy -rezongó-, pero es muy importante
explorar nuevos andurriales porque, así, uno amplía sus horizontes.
Podría descubrir cantidad de bocados deliciosos.
Dos jóvenes ardillas doblaron la esquina y pasaron
rápidamente de largo.