Hay que aplaudir todas las novedades literarias orientadas a los niños y jóvenes que optan por seguir rompiendo moldes y abordar temáticas complejas o poco atentidas a lo largo de las décadas. Eulàlia Canal, una autora todoterreno que atesora una amplia trayectoria en la literatura tanto infantil como juvenil, aborda los sentimientos ligados al envejecimiento de una forma original y desde un doble punto de vista, el del propio anciano y el de su nieto. En esa particula disyuntiva se asoma el espectro de la muerte, la soledad que genera la pérdida de los seres queridos más cercanos, el abismo generacional, los trabajos artesanales perdidos, la tecnología, la diversidad... Pero lejos de suponer un acercamiento gris y desalentador, la trama -gracias a la figura de su vecina, Violeta-, convierte los colores otoñales en primaverales y aporta razones para afrontar el futuro siempre con optimismo, al mismo tiempo que retrata la complicidad que se establece entre mayores y pequeños a través de la transmisión de valores y acciones con enseñanzas concretas (los relojes, la bicicleta...) Otro toque divertido y original es el que la escritora, a la que caracteriza una pluma dotada de alta sensibilidad, introduce la figura de un robot que acompaña al protagonista principal para garantizar que sus necesidades cotidianas quedan atendidas y velar por su seguridad en caso de accidente o enfermedad. La novela incluye también doce bellas láminas en color creadas para esta edición por Jordi Vila Delclós, imagenes que consiguen captar cómo esa relación que establece con la compañera de calle va creciendo hasta completar una pandilla, real o imaginaria, en la que caben todos sus grandes afectos.
Hay que aplaudir todas las novedades literarias orientadas a los niños y jóvenes que optan por seguir rompiendo moldes y abordar temáticas complejas o poco atentidas a lo largo de las décadas. Eulàlia Canal, una autora todoterreno que atesora una amplia trayectoria en la literatura tanto infantil como juvenil, aborda los sentimientos ligados al envejecimiento de una forma original y desde un doble punto de vista, el del propio anciano y el de su nieto. En esa particula... Seguir leyendo
El invierno de don Jenaro
Las tardes se le hacían largas. Tanto con Vladímir como sin él.
Al principio se encerraba en el cuarto de baño a pensar con tranquilidad. Le daba la sensación de que Vladímir le leía el pensamiento. Si tardaba mucho en salir del cuarto de baño, le llamaba a la puerta y le preguntaba si se encontraba bien o si tenía que llamar a urgencias.
- Un botón y enseguida tienes a la policía y una ambulancia en la puerta -le había dicho su hijo.