El reconocido Premio Internacional para álbumes ilustrados "Compostela", que organiza cada año la editorial pontevedresa Kalandraka, en colaboración con el Departamento de Educación del Ayuntamiento de Santiago; recayó en su XVI edición en esta obra de la que el jurado destacó el valor de su narración “ágil y tierna” que logra que el lector “se reencuentre con su propia esencia”. Los especialistas también recalcaron el trabajo gráfico desempeñado por Anna Font (“cromatismo desbordante y lleno de matices"); en el que se atisba un profundo conocimiento en el arte secuencial y un discurso narrativo inteligente y seductor. El relato es una metáfora que reivindica el valor del silencio y la calma, especialmente en el mundo contemporáneo donde es tan difícil encontrar un reducto para disfrutar de ambos conceptos. Núria Figueras idea una trama muy original centrada en la experiencia de una pequeña raposa que debe quedarse sola en la madriguera durante la ausencia de su madre. Pese a sus temores iniciales, conocerá a un simbólico personaje junto al que pasará una velada tan relajante como inolvidable, bañada en los colores y sugerentes diseños que aporta Font (a quien recordamos por "La cabra Serafina" y "¿Llueves o haces sol?", entre otros trabajos) Citar también que el otro proyecto finalista, en esta edición, fue “Tarde de sapo”, de Maite Mutuberria; y “Vent”, de Gerard Sancho, mención del jurado, en una convocatoria a la que se presentaron más de doscientos sesenta trabajos enviados desde distintas partes de la geografía mundial.
El reconocido Premio Internacional para álbumes ilustrados "Compostela", que organiza cada año la editorial pontevedresa Kalandraka, en colaboración con el Departamento de Educación del Ayuntamiento de Santiago; recayó en su XVI edición en esta obra de la que el jurado destacó el valor de su narración “ágil y tierna” que logra que el lector “se reencuentre con su propia esencia”. Los especialistas también recalcaron el trabajo gráfico... Seguir leyendo
La visita
Antes de irse, su madre le dijo:
- Recuerda, ¡no le abras la puerta a nadie!
Le dio un abrazo y se fue.
La pequeña raposa se quedó sola en la madriguera.
Afuera oscurecía, pero aún se podía oír el graznido de las cornejas y la algarabía de los gorriones.
De repente, llamaron a la puerta. Toc, toc, toc.