Malote, como puedes imaginar por su nombre, es un popular maleante que, sin embargo, confiesa haber entrado en la colectividad de delincuentes sometido a un tratamiento despectivo por parte de los otros malhechores, que aprovechan su pequeño tamaño para obligarle a robar en sitios de difícil acceso a los que ellos no podrían entrar de otra forma. Cansado de ese comportamiento trata de reivindicarse estableciéndose como bandido por cuenta propia, con aviesas intenciones: convertirse en el más temible y rico de los salteadores. Pero, dando la razón a Jean-Jacques Rousseau en aquella enseñanza que esbozaba su novela Emilio o de la educación, Malote confirma que el hombre es bueno, aparentemente, por naturaleza. ¿Héroe o antihéroe? Si caminas un rato a su lado por el bosque y observas con atención el comportamiento con todo aquel que encuentra a su paso, tendrás un diagnóstico certero. Una simpática alegoría de la bondad, elaborada con un disruptivo tratamiento gráfico en el que predominan las tonalidades oscuras, para remarcar el carácter lúgubre y sombrío del personaje principal y su mundo; paleta de colores que evoluciona hacia la luz y las gamas más amables a medida que avanza la narración. La autora y diseñadora gráfica ha sido reconocida con diversos premios por diversos trabajos en su país natal, Polonia. Con anterioridad habíamos conocido ¡Pom! ¡¡Pom!! ¡¡¡Pom!!! (junto a Prezemystaw Wechterowicz, en Apila)
Malote, como puedes imaginar por su nombre, es un popular maleante que, sin embargo, confiesa haber entrado en la colectividad de delincuentes sometido a un tratamiento despectivo por parte de los otros malhechores, que aprovechan su pequeño tamaño para obligarle a robar en sitios de difícil acceso a los que ellos no podrían entrar de otra forma. Cansado de ese comportamiento trata de reivindicarse estableciéndose como bandido por cuenta propia, con aviesas intenciones: convertirse en el más temible y rico de los... Seguir leyendo
Malote
¿Cómo llegué a ser quien soy?
Os cuento.
Yo era el más pequeño de la pandilla de bandidos.
El más pe-que-ño.
¿Y mis camaradas? Cada uno era tan alto como un roble, con músculos como hogazas de pan.