El vampiro debilucho

Cuando la luna asomaba sobre la torre del castillo, los vampiros abrían sus ataúdes.
Después se lavaban, se peinaban y se ponían sus capas.
Más tarde salían por la ventana para volar sobre el tranquilo pueblo en forma de murciélagos.
De noche, cuando los vampiros estaban en la ventana, preparados para volar, surgía una voz de un ataúd:
-Yo no quiero salir esta noche.