Las horas largas
Martín estaba furioso consigo mismo: ¿A quién se le ocurriría sino a ti marchar detrás de un rebaño de más de mil ovejas? -se preguntó con desprecio-. ¿Es que no viste suficientes de estos animales a lo largo de tu vida? La primera vez que sales de la aldea y ya ves con quién y a dónde marchas, ¡con pastores y a Extremadura! Te daría de latigazos, necio, pero ¿por qué no marchaste, libre y solo, a cualquier otra parte?... ¿Es que tienes alguien de familia que te necesite o te retenga? ¿Hay alguna persona que precise de tu salario para mantenerse? ¡No, bobo, no! Lo que tú tienes son dieciséis años y todos los caminos del mundo abiertos; sin embargo, mira cómo los aprovechas...”