Matilda huesos
Matilda se detuvo ante la desgastada puerta de madera y contempló el hueso de color amarillo brillante pintado en ella.
-Evidentemente, he llegado -dijo con suavidad-.
Deus misereatur, que el Señor tenga piedad de mí.
Tan solo unos momentos antes cabalgaba segura detrás del padre Leufredus, cuando cruzaron las puertas de piedra de la ciudad al anochecer.