La mirada oscura
Regina sospechaba que algo iba mal desde que ella y sus padres se habían instalado en aquel pueblo. Los notaba raros. Hacían todo lo posible por disimular, pero los silencios que a veces mantenían eran largos y extraños. Y llevaban casi tres semanas.
Aquella noche acabó de convencerse. Su padre no había vuelto a la hora acostumbrada de la solitaria granja donde trabajaba.