Con un tono fresco, desenfadado y nada melodramático, Annemie Berebrouckx regala al pequeño lector una sencilla lección de amistad, autocrítica y superación de los defectillos personales que tenemos todos. Las ilustraciones poseen tal fuerza expresiva que su contenido narrativo es un complemento tan vigoroso para el texto que nos hace sentir la sensación de que ésta podría ser una «historia sin palabras». Con un tono fresco, desenfadado y nada melodramático, Annemie Berebrouckx regala al pequeño lector una sencilla lección de amistad, autocrítica y superación de los defectillos personales que tenemos todos. Las ilustraciones poseen tal fuerza expresiva que su contenido narrativo es un complemento tan vigoroso para el texto que nos hace sentir la sensación de que ésta podría ser una «historia sin palabras».
Esther recupera a sus amigos
Esther tenía muchos amigos. Al menos, eso era lo que ella creía, ya que siempre estaba rodeada de gente. Tenía a Roberto, con el que salía a bailar de vez en cuando. Tenía a Marta, con la que a veces iba de compras.