Simbad el marino
EL REY SCHARIAR MIRABA POR LA VENTANA. La noche caía sobre la ciudad. El cielo se oscurecía y se encendían las estrellas, al mismo tiempo que las lámparas en su palacio. A la distancia, la torre del muecín se dibujaba como un esbelto árbol. La luna parecía una sonrisa de plata. El rey sonrió al cielo.
«¿Qué cuento, qué nueva historia llena de prodigios me contará hoy Sherezada?», se preguntó.