A Enrique, el hortelano, una familia de topos le quita no sólo el sueño sino también los nabos que cultiva en su huerto. Por más trampas que pone no consigue capturarlos. Todo resulta ser un malentendido: los pequeños topos veían las trampas como juegos que el hortelano les preparaba para que se divertieran. Mercè Escardó presenta este cuento con una estructura gramatical sencilla, ideal para los primeros lectores. La tipografía es muy clara, con estilo caligrafiado.
A Enrique, el hortelano, una familia de topos le quita no sólo el sueño sino también los nabos que cultiva en su huerto. Por más trampas que pone no consigue capturarlos. Todo resulta ser un malentendido: los pequeños topos veían las trampas como juegos que el hortelano les preparaba para que se divertieran. Mercè Escardó presenta este cuento con una estructura gramatical sencilla, ideal para los primeros lectores. La tipografía es muy clara, con estilo caligrafiado.
El hortelano y los topos
Había una vez un hortelano que tenía un huerto muy bien cuidado. Se llamaba Enrique. En su huerto cultivaba de todo: zanahorias, tomates, lechugas y nabos.
Un día, una familia de topos pasó por aquel huerto y cuando lo vieron tan requetebonito decidieron quedarse.
El primer día se llevaron el nabo más grande del huerto. A la mañana siguiente, el hortelano encontró el agujero y se extrañó mucho.