Sin pies ni cabeza
Cuando la opulentísima ciudad de Burgotrestascas cayó en manos del rey de Tiratapones. Uguccione de la Vaina, invicto capitán, cuya contribución había sido decisiva en la conquista de la ciudad, se presentó ante su soberano para pedirle un permiso invernal.
-Sire -le dijo-, si no tenéis ningún inconveniente, quisiera irme a casa para arreglar un asuntillo.
-Puedes irte -le respondió el rey. Y Uguccione fue.