Sally y la princesa de hojalata
Rebecca Winter, una joven inteligente, alegre y pobre, había llegado a la edad de dieciséis años sin ver estallar una bomba. En realidad, ver estallar una bomba no era en absoluto extraño. En 1882, Londres no era más explosivo que hoy en día, pero tampoco menos, puesto que la dinamita ya se había convertido en una poderosa arma política. Sin embargo, Becky no pensaba en bombas en aquella bonita mañana de mayo.