La bruja Piruja
Había una vez una horrible bruja que se comía a los niños. Los ponía a cocer en una gran marmita con tomillo, laurel, verduritas, un chorreón de vino blanco, una yema de huevo, una cucharadita de mostaza, un poco de nata y una rama de canela. Una vez al año la bruja iba al colegio con su cesta y se llevaba a cuatro, doce o veintidós niños, según la temporada.