El maravilloso viaje de Nils Holgersson
Érase un muchacho que no pasaría de los catorce años, alto, desmadejado, de cabellos rubios como el cáñamo. El pobre no servía para maldita la cosa. Dormir y comer eran sus ocupaciones favoritas; era también muy dado a los juegos, en los que demostraba sus instintos perversos.
Un domingo por la mañana disponíanse sus padres a marchar a la iglesia; el muchacho, en mangas de camisa...