Solo para valientes
Desconozco cómo comenzó la leyenda según la cual el Instituto Lawndale está embrujado. Yo jamás me lo creí. Ante todo, no creo en espíritus ni en lo sobrenatural. Y aunque así fuese, me parece que los visitantes de ese mundo espiritual encontrarían un lugar más estimulante para vagar por ahí que los angostos pasillos y las aulas insulsas de mi instituto de barrio.