Flordecol
Crispín y Rosalía formaban una buena pareja y vivían en una casa muy alta, en la parte cimera de su pueblo.
Desde la ventana de la alcoba podían ver el huerto de la bruja Berrueca, siempre orgullosa de las mil hierbas y verduras que ella misma cultivaba, pero la verdad es que nuestra pareja nunca le había hecho demasiado caso.