Jules Verne, ese desconocido
«Me siento el más desconocido de los hombres», confesaba Verne en los últimos años de su vida, consciente ya de que su celebridad universal se basaba en un malentendido, en una interpretación tan superficial como errónea de su obra. Esta interpretación ha subsistido hasta hoy, y a ella hay que atribuir la imagen estereotipada, convencional, que ha hecho de Verne [...] «el anticipador, el divulgador, el educador de la juventud». Sabido es que los tópicos tienen siete vidas. Los que con la fidelidad de un tatuaje han acompañado siempre a Verne, han compartido la perennidad de su obra, esa gran saga moderna reducida por la pereza mental y por la inercia de la memoria a una serie de aventuras para niños. Son esos tópicos los que han impedido el acceso –o el regreso– del lector adulto a una obra cuya profundidad y significación sólo muy recientemente han comenzado a ser desveladas.