Maya
Nunca olvidaré aquella húmeda y borrosa mañana de enero de 1998 en que Frank aterrizó en Teveuni, una pequeña isla del archipiélago Fidji.
Durante toda la noche había estado tronando y, antes del desayuno, los dueños del hotel Maravu Plantation tuvieron que ocuparse de la reparación de un fallo en la instalación eléctrica. Como la cámara frigorífica peligraba, me ofrecí para ir con el coche a Matei para recoger unos nuevos huéspedes que llegarían a la línea de cambio de fecha en el vuelo de la mañana, procedente de Nadi. Angela y Mochen Kiess aceptaron agradecidos mi ayuda, y Mochen me elogió diciendo que siempre se podía contar con un británico...