Alberto Durero. El rinoceronte
En la mañana del 20 de mayo de 1515, un barco está fondeado en la ancha desembocadura del río Tajo. Cae una suave lluvia sobre Lisboa y Belém y el río descarga agua turbia en el Océano Atlántico. Solamente hace unas horas que el «Nuestra Senhora da Ajuda» ha echado el ancla, pero, pese a la lluvia, hay un gran ajetreo a bordo. Cajas y sacos son cargados en pequeñas grúas. Los desnudos torsos de los hombres de a bordo resplandecen en la lluvia y sudan bajo la carga que se han echado a las espaldas. Hay prisa, pues la carga es valiosa, muy valiosa, y la humedad amenaza con echar a perder las ganancias.