Luc es un pequeño marginado y rechazado por sus vecinos que le ningunean y humillan por su mudez. La llegada al pueblo de un grupo de comediantes cambiará la vida del protagonista. Con la ayuda, sobre todo, de Pantalón, Luc aprende a expresarse con el lenguaje de las manos. Los gestos le permiten expresar cientos de palabras sin voz y le ayudan a sentirse amado y a entender que debe alejarse de su entorno porque le destruye.
Con la edición de este texto –estrenado en 1967– se recupera una de las mejores obras dramáticas contemporáneas para niños. Matilla construye la historia sangrante de un niño discapacitado y marginado sin caer ni en la ñoñería ni en el ternurismo fácil. Ofrece así una reflexión comprometida sobre la incomunicación que provoca la segregación, invitando al lector a comprender que la discapacidad física no puede provocar el aislamiento espiritual. Al sentirse amado, el pequeño protagonista descubre las infinitas posibilidades comunicativas que posee su cuerpo. El lector intuirá nítido el mensaje de Matilla: la aceptación del otro tal como es resulta imprescindible para la integración.
Luc es un pequeño marginado y rechazado por sus vecinos que le ningunean y humillan por su mudez. La llegada al pueblo de un grupo de comediantes cambiará la vida del protagonista. Con la ayuda, sobre todo, de Pantalón, Luc aprende a expresarse con el lenguaje de las manos. Los gestos le permiten expresar cientos de palabras sin voz y le ayudan a sentirse amado y a entender que debe alejarse de su entorno porque le destruye.
Con la edición de este texto –estrenado en 1967– se recupera una de las mejores obras dramáticas... Seguir leyendo
El hombre de las cien manos
El caso es que yo... yo soy vendedor, comprador y famoso chamarilero popular y apreciado en miles... (rectificando) bueno, en cientos... (de nuevo enmienda sus palabras al darse cuenta de su engreimiento) dejémoslo en numerosos reinos europeos. (Mira hacia uno de los laterales y hace gestos como si alguien hablara con él.) ¿Cómo que no puedo hablar de mí?, pero yo también soy importante. (Fastidiado con la aparente regañina que le ha echado su invisible interlocutor.) Ya, ¡la historia, la historia! (Ríe tontamente.) Yo venía a contaros una historia, pero en el camino...