Abhorsen. La novena puerta
La niebla subía desde el río; sus enormes nubes blancas serpenteaban entre el hollín y el humo de la ciudad de Corvere para convertirse en ese híbrido que los periódicos más populares denominaban «neblumo» y The Times, «niebla miasmática». Fría, húmeda y hedionda, resultaba peligrosa fuera cual fuera su nombre. Cuanto más espesa, más ahogaba, y era capaz de transformar la tos más débil en pulmonía.
El carácter insalubre de la niebla no era su principal peligro. Ese peligro se debía a otra de sus características más destacadas. La niebla de Corvere era encubridora, un velo que cubría las tan cacareadas luces de gas de la ciudad y confundía la vista y el oído.