Yo tampoco me llamo Flanagan
Conocí a Carla Buckingham el primer día de vacaciones. Apenas unas horas antes había pasado unos momentos de angustia y una sensación de peligro inminente terribles, que se fundieron automáticamente cuando el profesor de Matemáticas me dio mi copia del examen y resultó que yo era capaz de resolver los problemas que nos había puesto. La prueba titánica del examen se convirtió en un trámite casi desagradable y, una vez entregados los folios al profesor, pude dar el curso por terminado. A la salida, ambiente de euforia y despedidas con los compañeros. María Gual se iba a trabajar, todo el verano, a una discoteca de la costa. Guillermo Mira haría un cursito de electrónica del automóvil.