La y Lolo
Se acercaba el día de su cumpleaños y, como siempre, aunque no necesitaba decir lo que deseaba, porque llevaba mil siglos queriendo lo mismo inútilmente y todo el mundo lo sabía de sobra, Lolo les dijo a los abuelos, a las abuelas, a los tíos, a las tías, a su madre y a su padre que quería un animal, el que fuera. Nuevamente les aclaró que no le importaba que se tratara de un pez de varios colores o de uno solo, de un cangrejo ermitaño como el de su amigo Jorge, que decía que era un bicho aburrido como una piedra.