El hombre invisible
El señor Genaro no era ni alto ni bajo, ni grueso ni delgado, ni joven ni anciano. El señor Genaro vivía en un barrio ni grande ni pequeño, ni ruidoso ni silencioso, ni céntrico ni alejado. El señor Genaro tenía un piso ni espacioso ni diminuto, ni luminoso ni oscuro, ni ordenado ni desaliñado. El señor Genaro, en definitiva, era una persona muy normal..., si no fuera por un detalle: la gente nunca reparaba en él, nunca lo veía. El señor Genaro, sin embargo, ya se había acostumbrado. Incluso se había olvidado de ello.