El sastrecillo valiente
Una mañana de verano, un pequeño sastre, sentado junto a la ventana de su taller, cosía sin parar de muy buen humor.
En esto, apareció una campesina que venía por la calle pregonando:
–¡A la rica nata! ¡Vendo nata fresca!
–Venga acá, buena mujer. Aquí tiene a un comprador.
El aroma de la nata fresca se extendió por la habitación y llegó a las paredes, llenas de moscas que se desplazaron en enjambre para asediar su presa.
–¡Eh!, vosotras, ¿quién os ha dado vela en este entierro? –les dijo el hombrecito.