El hombre de la arena
Ustedes estarán seguramente llenos de inquietud porque no he escrito desde hace tanto... tanto tiempo. Mi madre debe de estar que arde y Clara quizás piense que aquí me doy la gran vida y olvido por completo, aunque esté grabado en lo profundo de mi corazón y de mi mente, a mi adorable ángel. Pero no es así; todos los días y a cada hora me acuerdo de ustedes, y en dulces sueños pasa frente a mí la amistosa figura de mi adorable Clarita y con sus ojos claros me sonríe con tanta simpatía como solía hacerlo cada vez que yo los visitaba. ¡Ah, cómo iba a poder escribirles en el desgarrado estado espiritual que hasta ahora ha trastornado todos mis pensamientos!