La posada del fin del mundo 1. La chica del acantilado
El sol... el agua... la tierra... Hay días que uno desearía que fueran eternos... Esas tardes en los peñascos... los gritos de las gaviotas, el frescor y el estrépito de las olas...
–¡Eh, cuidado! ¡La gaviota!... Y sobre todo ella...
–¿Lo has visto, pequeño Yann?–¡Se ha sumergido justo a mi lado!
–¡Lo he visto! ¡No te fíes, Iréna, la próxima vez se te llevará volando en su pico!
–¿Por qué lo haría, pequeño Yann?
–¡Deja de llamarme así! ¡Tengo 12 años! ¡Ya soy un hombre! ¡Y a ti... la gaviota se te llevará porque eres más delgada que un bígaro! ¡Ji, ji!
–¡Eh! ¿Estás tonta?
–Pfff! ¿Tú un hombre?
–¿Es... estás bien? No te he hecho daño, ¿verdad?