Piel de Oso y otros cuentos. Cuentos completos III
Un campesino tuvo un hijo del tamaño de un dedo pulgar, y así se quedó y en varios años no creció ni una pulgada más. Una vez el campesino quiso ir al campo para arar, y entonces dijo el pequeño:
–Padre, yo quiero ir contigo.
–¿Quieres ir conmigo? –dijo el padre–. Anda, quédate aquí, que no me vas a servir de nada y además te puedes perder.
Entonces Pulgarcito comenzó a llorar y, para tener paz, el padre se lo metió en el bolsillo y se lo llevó con él. Ya en el campo, volvió a sacarlo y lo puso en un surco recién arado. Estando allí sentado, llegó por el monte un enorme gigante.
–¿Ves allí aquel duende grande, grande? –dijo el padre.