Los niños protagonistas de esta historia saben desde el principio que el origen de esa enorme sombra que sobrevuela su barrio desde el amanecer no es otra cosa que una tarta, pero ningún adulto entendería algo así, por eso no se molestan ni en explicarlo. Una divertida historia en la que Gianni Rodari nos deleita con episodios de una fantasía delirante, desde los que, como siempre en sus obras, nos hace reflexionar a los adultos sobre la sabiduría de los niños.
Los niños protagonistas de esta historia saben desde el principio que el origen de esa enorme sombra que sobrevuela su barrio desde el amanecer no es otra cosa que una tarta, pero ningún adulto entendería algo así, por eso no se molestan ni en explicarlo. Una divertida historia en la que Gianni Rodari nos deleita con episodios de una fantasía delirante, desde los que, como siempre en sus obras, nos hace reflexionar a los adultos sobre la sabiduría de los niños.
La tarta voladora
Una mañana de abril, hacia las seis, los transeúntes que esperaban en el Trullo el primer autobús para ir al centro, al levantar los ojos para ver el tiempo que hacía, vieron el cielo de su barrio casi completamente ocupado por un enorme objeto circular de color oscuro que permanecía en el lugar de las nubes, inmóvil, a un millar de metros sobre el nivel de los tejados. Hubo algún «Oh», algún «Ah» y finalmente se oyó un grito:
–¡Los marcianos!