Muk
Muk era de Nicea. Medía poco más de un metro, pero tenía una cabeza enorme. Vivía solo y apenas salía de casa. Al atardecer paseaba por la azotea, y desde la calle parecía que su cabezota andaba sola por allá arriba. Cuando Muk salía a la calle, con un turbante más grande que su cabeza, capote minúsculo, calzas anchas y un alfanje tan largo que parecía que el alfanje lo llevaba a él, tirábamos las gorras al aire y saltábamos a su alrededor.