A los catorce años, la princesa Thirrin Maslibre Brazofuerte Escudo de Tilo es investida reina de las Tierras de Hielo ya que su padre, el rey Redrought, ha muerto en batalla. El ejército del vecino y poderoso Imperio del Polipontus decide entonces aprovechar la ocasión para lanzar un ataque en toda regla, asedio al que Thirrin deberá hacer frente con la ayuda de su nuevo amigo y consejero, Oskan Hijo de la Bruja, y con las alianzas establecidas con el rey de los hombres lobo, Grishmak Bebedor de Sangre, y con la baronesa de los vampiros malhumorados, Calavera Sonriente. A los catorce años, la princesa Thirrin Maslibre Brazofuerte Escudo de Tilo es investida reina de las Tierras de Hielo ya que su padre, el rey Redrought, ha muerto en batalla. El ejército del vecino y poderoso Imperio del Polipontus decide entonces aprovechar la ocasión para lanzar un ataque en toda regla, asedio al que Thirrin deberá hacer frente con la ayuda de su nuevo amigo y consejero, Oskan Hijo de la Bruja, y con las alianzas establecidas con el rey de los hombres lobo, Grishmak Bebedor de Sangre, y con la baronesa de los vampiros malhumorados, Calavera Sonriente.

El grito de las Tierras de Hielo

Thirrin Maslibre Brazofuerte Escudo de Tilo llevaba sus apellidos con toda naturalidad. Tenía trece años, y era alta para su edad y capaz de montar su caballo con la misma destreza que el mejor de los soldados de su padre. Además, era la heredera del trono de las Tierras de Hielo. Su tutor podría añadir que prestaba atención cuando quería, que era lista cuando se molestaba en intentarlo y que tenía el genio de su padre. Pocos la comparaban con su madre, muerta cuando ella nació. Pero quienes recordaban a la orgullosa joven del fiero pueblo de los hipolitanos decían que Thirrin era su vivo retrato. Al guardia que la escoltaba aquello no le importaba en absoluto.