El glaciar venenoso
Max y Emi salieron de la escuela y, camino de casa, los dos estaban encantados con la suerte que habían tenido.
–¡Vaya chiripa! –exclamó Emi–. ¡Diez días de vacaciones en octubre!
Los diez días de vacaciones eran una de esas cosas fantásticas que pasan una vez cada cien años. Resulta que, además de haber un puente muy largo, los de la compañía eléctrica tenían que ir a cambiar los contadores porque los que había no eran suficientes para todos los aparatos que estaban utilizando en la escuela.