La caja de Andersen
He escrito durante todo el día, me duele la lengua. Llora gotas de lluvia la ventana de mi habitación. Copenhague bosteza soñolienta y estira sus brazos de piedra hacia el cielo hinchado de esta noche. A lo lejos, los campanarios buscan cobijo bajo el manto gris de las nubes.
Escucho la voz del agua estrellándose contra el cristal. Debe de ser cansado tener que mojar tantos edificios con sus ventanas y todas esas iglesias. No, no debe de ser fácil el trabajo de la lluvia.